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A menudo nos pasa que, confundimos el hambre real (la que nos avisa que ya es hora de ingerir alimentos para alimentar nuestro cuerpo) con el hambre emocional (cuando tenemos hambre y ya hemos comido, o a medianoche cuando estamos durmiendo, o cuando comemos por aburrimiento).

El hambre real es un recordatorio de nuestro sistema para garantizar la supervivencia y la salud, y nos invita a ingerir alimentos para poder extraer los nutrientes y esparcirlos por todas nuestras células y sistemas.

El hambre emocional pretende llenar un vacío que tenemos a nuestras emociones y que no se satisface con la comida, y es por este motivo que no tenemos nunca bastante, provocándonos desequilibrios alimentarios y de salud.

Si te identificas en este segundo grupo, te damos unas sugerencias para tomar conciencia y aprender a identificarla, y de este modo poder hacer algo para cambiarlo.

Cuando tengas hambre:

  • Identifica tus emociones. Antes de hacer una visita a la cocina, parado a pensar qué emoción sientes en este momento. A menudo, el hambre emocional tiene que ver con el aburrimiento, la tristeza, el estrés o la ansiedad.
  • Busca alternativas saludables. Si el que te pasa es que sientes aburrimiento, mira qué puede sustituir la visita a la nevera. Quizás salir a andar, hacer unas respiraciones conscientes o hacer un poco de deporte, esto te oxigenará el cerebro y te sentirás más vital
  • Practica alguna técnica de relajación. Si identificas que tu «hambre» es más bien consecuencia del estrés o la ansiedad, prueba alguna técnica de relajación, bien sea practicar la meditación, yoga o hacer una buena tanda de estiramientos. Si no has hecho nunca meditación, no te angusties si no te sale bien a la primera. Se trata de ir practicando hasta conseguir «frenar» tu mente.
  • Distrae tu mente. Si sientes el impulso de comida por razones emocionales, intenta distraerte con otras cosas. Hablar con una buena amistad acostumbra a ayudar, o escribe el que sientes en una libreta (no hace falta que sea perfecto, solo se trata «de abocar» tus sentimientos para aligerarte). También puedes mirar la tuya pele predilecta o ponerte un poco de música de aquella que te gusta.
  • Recuerda que el hambre emocional no se satisface con comer, sino que se satisface atendiendo tus necesidades emocionales. Aprender a identificar nuestras emociones es el primer paso para poderlas manejar y esto es fundamental para mantener una buena relación con la comida.

Alberta Martí

Tècnica superior d’estètica i Cosmetòlog.

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